miércoles, 23 de marzo de 2016

Los zapatos de Job: capitulo 12

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«¡Perezca el día en que nací, y la noche que dijo: «Un varón ha sido concebido!» El día aquel hágase tinieblas, no lo requiera Dios desde lo alto, ni brille sobre él la luz. Lo reclamen tinie­blas y sombras, un nublado se cierna sobre él, lo estre­mez­ca un eclipse. Sí, la oscuridad de él se apode­re, no se añada a los días del año, ni entre en la cuenta de los meses. Y aquella noche hágase inerte, impe­netrable a los clamores de alegría. Maldí­ganla los que maldicen el día, los dispuestos a despertar a Leviatán. Sean tinieblas las estrellas de su aurora, la luz espere en vano, y no vea los párpados del alba. Porque no me cerró las puertas del vientre donde estaba, ni ocultó a mis ojos el dolor. ¿Por qué no morí cuando salí del seno, o no expiré al salir del vientre? ¿Por qué me acogieron dos rodi­llas? ¿por qué hubo dos pechos para que mamara? Pues ahora descansa­ría tranquilo, dormiría ya en paz, con los reyes y los notables de la tierra, que se construyen soledades; o con los príncipes que poseen oro y llenan de plata sus moradas. O ni habría existido, como aborto oculta­do, como los fetos que no vieron la luz», (Job 3, 3-16).

Ese el grito, tal vez, lastimero de Job, por su situación. Hay en esa desesperación una proyección del dolor profundo ante situaciones que no se comprenden. Aquí comienza el drama. Aquí aparece la encrucijada ante el dolor y el sufrimiento. Es cuando el libro de Job pasa a ser muy importante por su contenido psicológico ante el dolor. Es cuando el libro de Job adquiere un valor universal y se convierte en un libro de un valor incalculable por su contenido profundamente visceral.
Comienzan los planteamientos ante la realidad. ¿En verdad existe Dios? ¿Si Dios existe, por que permite el dolor? ¿Dios permite el dolor? ¿Por qué Dios castiga de esa manera? ¿Son el dolor, el sufrimiento y la enfermedad un castigo de Dios? ¿Dios es justo? ¿Dios estará probando la fe del hombre? ¿Qué es fe, en este caso, en medio del sufrimiento? ¿Qué consigue Dios con el sufrimiento del hombre? ¿Qué gana el hombre con el sufrimiento y a dónde conduce? ¿La santidad y el sufrimiento van juntos? ¿En qué consiste la justicia de Dios? ¿Dios retribuye en la tierra lo malo o lo bueno que hace el hombre?
El dolor pasa a ser lo que es. Un sufrimiento visceral, desgarrador.
Diga lo que se diga está de más. El dolor está ahí. Existe. ¿Cuál es su significado y a dónde conduce?
Los visitantes buscan dar explicaciones. Y aquí comienza el tema del simposio y del jaloneo de parte y parte. Los visitantes le hablan de trasgresión, precisamente, en un momento en que él se siente objeto de una "agresión" por parte de Dios. Si él, que siempre ha buscado a Dios, está sufriendo, entonces es mentira que la felicidad acompañe siempre a la bondad, y por tanto los males que padece inmerecidamente no pueden ser atribuidos más que a Dios, que se "ha vuelto cruel" con él. Pero, la postura de los tres amigos es fija. Es la de sacarle en cara a Job que reconozca que ha infringido en algo; y, Job, por su parte, en sentirse agredido por parte de Dios.
¿Y la amistad de los tres para con Job?
¿Dónde están las manifestaciones de esa amistad y en qué detalles la manifiestan? ¿En verdad manifiestan trazos de amistad? Por lo general, la amistad se manifiesta en la solidaridad y en el acompañamiento. Y, ¿los tres son solidarios y acompañan a Job? Si acompañar es estar al lado; entonces, lo estaban. El autor lo ironiza, como ya se dijo. ¿Pero, son solidarios? ¿Preguntan, acaso, o escuchan, que era lo más importante, y, que con toda seguridad Job, necesitaba justo en esos momentos? ¿Lo escuchan? Según lo que se desprende de la lectura, no. No lo escuchan. Al contrario, lo acusan.
Job irrumpe en su lamento, e inmediatamente, los tres salen a colocar más peso al dolor físico de Job. Intentan apoyarlo, pero lo hunden. Sin embargo, Job, tiene domino de la circunstancia, y no se deja amilanar. Todas las razones esgrimidas las refuta Job con su temple y seguridad, a pesar de los pesares.
Sus amigos tienen la respuesta, y los argumentos para responder a ellas los encuentran en la tradición, según la cual hay cuatro actitudes que condicionan la felicidad del creyente: la conversión, la humildad, la firmeza en la fe, y la oración. Afirmaciones que utilizan como argumentos contra Job. Y en eso mismo en lo que son fieles a la tradición, traicionan su mensaje al traicionar la amistad, pues servirse de la palabra de Dios contra el hombre para humillarlo o hacerlo callar equivale a falsificarla. "¡Proverbios polvorientos!", les replica Job, y vuelve la espalda decididamente a esa recuperación engañosa de las certezas de la fe. Y dejando atrás ese diálogo fracasado con sus amigos, Job prosigue su diálogo con el Ausente. Dios puede esconderse, pero nunca podrá callarse: he ahí la intuición de su fe.
Es grandioso, realmente, el libro de Job. Pareciera, en esa parte del libro, que los tres amigos van por su camino, sin mirar ni reparar en Job. Pareciera que era la gran oportunidad para sermonear y para decir como de memoria lo que decían. Eran los maestros que adoctrinaban, y nada más. Así es que tiene que ser, y así, ha de ser. Como si se dijera: uno más uno, igual a dos. Esa es la fórmula y ese es el resultado. Sin embargo, Job, también va por su camino en su experiencia, y para nada pareciera que escuchara a los tres predicadores, y por el contrario, está cuestionando que no da dos, en la fórmula, sino que puede dar otro resultado, pero no dos. Y en esa postura, pareciera que tuviera un monólogo con otro que no era, precisamente el grupo de los tres. Ese otro era el Ausente; es decir, Dios, con quien tenía una pelea, y de quien se habían autonombrados defensores los tres amigos.
En la serie de Los Simpsons, Homero Simpson, se compra una grúa para remolcar los carros en la ciudad de Springfield, donde viven los Simpsons. Homero se siente grande y con mucho poder porque remolca todos los carros que encuentra estacionados en zonas de rayado o al frente de las tomas de agua. Homero lo disfruta. Casi al final de ese capítulo, Homero Simpson dice muy satisfecho: “Me siento Dios. Puedo hacer el mal, y no tengo que dar explicaciones”. Y se ríe a carcajada, con la risa que ha tipificado a este personaje[1].
En el caso de Job, ¿no se estaría repitiendo esa experiencia y esa verdad y descubrimiento existencial? Sin duda, que sí.



[1] Homero Simpson, en la serie Los Simpsons, con la frase y expresión: “Me siento como Dios… Hago el mal y no tengo que dar explicaciones… Me siento poderoso… como Dios… ”  Serie creada por Matt Groening para Fox Broadcasting Company

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