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Un
elemento útil a tener en alta consideración en el libro de Job, es la
afirmación del autor en boca del personaje de: “Porque si de algo tengo miedo, me acaece, y
me sucede lo que temo. No hay para mí tranquilidad ni calma, no hay reposo:
turbación es lo que llega”. Esta afirmación puede llevar a pensar que Job,
y en sus zapatos, cualquiera en situación paralela, es que se es victima del
propio pensamiento. Eso podría llevar a pensar que el que se encuentre en esas
situaciones de desventura, cualquiera sea, se acumula más cosas negativas de
las que ya tiene, convirtiéndosele en un círculo vicioso sin salida. Porque así
lo piensa, y así le suceden las cosas. ¿Pero puede vislumbrar una persona en
esas circunstancias cosas realmente bonitas, distintas de las que está pasando?
Existe mucha literatura estilo magia que pretende endulzar esa verdad
existencial. “No piense negativo”, “no decrete cosas malas en su mente”,
“piense positivo”, y muchas otras frases por el estilo se manejan en esos tipos
de libros que tienen un boom publicitario extraordinario. El libro “El
Secreto”, por ejemplo va por esa línea. Lo que se piense, se decreta, y
eso sucede. ¿Pero, puede pensar distinto quien se halle en situación de salud
precaria? Muchas veces esta literatura hace más profundo el abismo del
padecimiento, pues lleva a sentirse culpable de estar enfermo. En ese sentido,
el libro de Job, tiene también una gran lección. Job no se sabía culpable en
nada, y por eso se encuentra pidiendo una explicación a su situación.
Se requiere, ciertamente, un mínimo de respeto por la condición del
que esté recibiendo medicina para enfermedades complicadas, y saber respetar.
Es importante comprender el comportamiento que tiene una persona al estar
recibiendo una invasión de veneno de manera continua, como en el caso de las
quimioterapias. Su cuerpo se está siendo invadido, y su mente no le lleva a
pensar distinto de lo que su cuerpo está experimentando. Si se es respetuoso,
hay que tener en cuenta “que se piensa, como se siente”. O dicho en otra forma:
“si el cuerpo está sintiendo una invasión de quimio, que lo están destruyendo,
en vías de sanación, por supuesto; es natural, igualmente, que la mente
continúe pensando sobre y desde lo que está sintiendo”. Las hormonas están
siendo alteradas y con ello todo el cuerpo. Hay un cambio en el laboratorio
hormonal y sus fluidos químicos están generando sensaciones agresivas y
deprimentes. La mente entonces, que no está separada del cuerpo, sino que forma
una unidad maravillosa, arrastrada por los químicos hormonales, piensa, igual
de cómo está percibiendo. No hay diferencia. Es el gran aporte de la
“Psicología fisiológica”, desde sus primeros pasos con Ivan Pavlov hasta el famoso
conductismo. Es decir, que como se sienta físicamente,
se piensa. En el libro de Job está en lo que ya se dijo: “Porque si de algo tengo miedo, me acaece, y me sucede lo que temo”.
Tampoco se trata de justificar esos pensamientos negativos, porque
sería negar, entonces, el dominio interior y el control natural de la persona.
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