miércoles, 23 de marzo de 2016

Los zapatos de Job: capitulo 14

14        



 ¿Es un planteamiento moral, el planteamiento del libro de Job?
Las razones que dan los tres amigos de Job, parecieran indicar que tienen la intención de que Job reconozca que ha pecado, y que si está como está, es porque Dios lo está castigando. La manera de ver de los tres amigos, pareciera indicar que se trata de una visión moral. Sin embargo, Job, está claro. Job no ha faltado en nada. Por eso quiere llevar la contraria y quiere presentar ante Yahveh, el juez justo su queja y la protesta de su inocencia. Pero Job duda de esta posibilidad[1]: “¿Y cómo se justificará el hombre con Dios? Si quisiera contender con él, no le podrá responder a una cosa de mil...”Aunque fuera yo justo...” Yahveh le “ha aumentado sus heridas sin causa”.
 “Al perfecto y al impío él los consume. Si azote mata de presto, ríese de la prueba de los inocentes.” “ —dice Job a Yahveh— que no me darás por libre; yo soy impío.”
Aun cuando Job se purifi­case, Yahveh lo “hundirá en el hoyo.” “Porque no es hombre como yo, para que yo le responda, y vengamos juntamente a juicio”.
Pero Job quiere aclarar a Yahveh su punto de vista, quiere levantar su queja, y le dice que sabe que él, Job, no es impío y que “no hay quien de tu mano libre”. Job “quería razonar con Dios”. Job dice “de­fenderé delante de él mis caminos”. Job sabe que “será justificado”; Yahveh debería citarle y darle una res­puesta, o al menos permitirle presentar su queja. Valorando exactamente la desproporción entre Dios y el hombre, Job le hace esta pregunta: “¿A la hoja arrebatada has de quebrantar? ¿Y a una arista seca has de perseguir?. Dios “ha violado su derecho”, le “ha quitado su derecho”; Dios “no se preocupa de la injusticia”. “Hasta morir no quitaré de mí mi integridad. Mi justicia tengo asida, y no la cederé. Job se mantiene en postura. Sabe que no ha pecado, a pesar de ser pecador, pero sabe que le asiste la inocencia.
 Job no se deja amedrentar, y dice estas sig­nificativas palabras: “Mas he aquí que en los cielos está mi testigo, y mi testimonio en las alturas... Mas a Dios desti­larán mis ojos. ¡Ojalá pudiese disputar el hombre con Dios, como con su prójimo!, y en otro pasaje dice: “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo”. Las palabras de Job dejan ver claramente que, aunque duda que el hombre pueda tener razón contra Dios, le cuesta abandonar el pensamiento de enfrentarse a Dios en el plano de la justicia y, con ello, en el de la moral. A Job le cuesta trabajo entender que el capricho divino viole la justicia, pues, a pesar todo no puede abandonar su fe en la justicia di­vina. Pero de otra parte tiene que concederse a sí mismo que no es otro, sino Yahveh mismo quien le hace injusticia y violencia. Job no puede negar que se encuentra frente a un Dios al que no le importa el juicio moral, y que no reconoce ninguna ética que le obligue a él. En esto reside sin duda la grandeza de Job: en no dudar, ante esta ante esta dificultad, de la unidad de Dios, sino ver claramente que Dios se encuentra en contradicción consigo mismo, y esto, además, de manera tan total, que Job está seguro de encontrar en Dios un protector y un abo­gado contra Dios mismo. La bondad de Yahveh se le presenta a Job con la misma certeza que su maldad. De un hombre que nos hace mal no podemos esperar que nos ayude al mismo tiempo. Pero Yahveh no es un hombre; Yahveh persigue y ayuda a la vez; tan real es en un aspecto como en el otro.
Yahveh no está dividido, sino que es una total contradic­ción interna éste es el presupuesto necesario de su tremendo dinamismo, de su omnipotencia y de su omnisciencia. A este conocimiento se aferra Job para “defender sus caminos” ante Yahveh, es decir, para aclararle su punto de vista; pues, a despe­cho de su cólera, Yahveh es también, frente a sí mismo, el abo­gado del hombre que tiene algo de qué quejarse.



[1] Cfr. Carl Jung, Respuesta a Job. Desde aquí hasta el número 16, tomo las ideas de Jung como soporte inspirador.

No hay comentarios:

Publicar un comentario