miércoles, 23 de marzo de 2016

Los zapatos de Job: capitulo 15

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         Por otra parte, en el mismo drama que presenta el libro de Job, está la duda de Dios. Yahveh se había dejado influir sin motivo alguno, y con una faci­lidad extraordinaria, de El Satán, y había perdido su seguridad con respecto a la fidelidad de Job. Y se volvía a repetir la experiencia del Jardín del Edén, cuando Yahveh llamó la atención de los primeros padres sobre el árbol de la vida, y a la vez les prohibió comer de é1. Con ello provocó el pecado original, en el que Adán y Eva no habían pensado. Ahora el fiel siervo Job ha de ser sometido, sin motivo ni provecho alguno, a una prueba moral, aunque Yahveh está convencido de su fidelidad y perseverancia. ¿Por qué, pues, hacer esta prueba, y concertar una apuesta sin garantía, a costa de la impotente criatura? Hasta se podría decir que Dios cayó en la tentación de El Satán, en el caso concreto de Job.
         ¿Y la compasión y el cariño de los tres amigos, que habían ido, y que, a “consolarle”? ¿Y la mujer de Job? Por lo visto, estos cuatro estaban de parte de Dios, que en lo más mínimo mostraba compasión y misericordia para Job; al contrario, le aumentaban las penas, para no entorpecer la acción de El Satán.

         ¿Habían hecho una apuesta? Interesante es que en esa apuesta, no se presentan los apostadores para reconocer tanto la victoria como la derrota de la ninguna de las partes. Por ningún lado vuelve a aparecer El Satán. ¿Perdió El Satán? ¿Había perdido y se había derrotado reconociendo la derrota? El caso es que no vuelve a aparecer el Satán, ni para quitarle la llaga que le había puesto a Job, ni para reponer las pérdidas de la finca de Job, ni para cerrar la apuesta. Y Job se mantiene en su postura al no renunciar a presentar su caso ante Dios, aun sin esperanzas de ser oído. 

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