miércoles, 23 de marzo de 2016

Los zapatos de Job: capitulo 29

29



El sufrimiento, ciertamente, pertenece al misterio del hombre. Quizás no está rodeado, como está el mismo hombre, por ese misterio que es particularmente impenetrable. “En realidad, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado. Porque... Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al hombre y le descubre la sublimidad de su vocación”. Si estas palabras se refieren a todo lo que contempla el misterio del hombre, entonces ciertamente se refieren de modo muy particular al sufrimiento humano. Precisamente en este punto el “manifestar el hombre al hombre y descubrirle la sublimidad de su vocación” es particularmente indispensable. Sucede también —como lo prueba la experiencia— que esto es particularmente dramático. Pero cuando se realiza en plenitud y se convierte en luz para la vida humana, esto es también particularmente alegre. “Por Cristo y en Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la muerte”.
Padre, si es posible aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”…

Misterio… Misterio… Misterio… ¿El humano lo entenderá alguna vez?

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